PRÉDICA Y ESPECTÁCULO EN LOS AUTOS DE FE EN LIMA A INICIOS DEL SIGLO XVII
Gloria Cristina Flórez
Universidad Nacional Mayor de San Marcos/ Perú
Consideramos necesario, en primer lugar, definir al sermón como “el discurso oral que se realiza dentro de un marco litúrgico o en una reunión de tipo religioso”.[1] Asimismo, reconocer que ha cumplido dos funciones fundamentales denominadas por Hervé Martin[2]: ortodoxia y ortopraxis. Esa palabra "de la boca de Dios", pronunciada en ámbitos variados a través del tiempo, sea en la iglesia - espacio sagrado- o en la plaza pública - espacio profano- agregó otra especificidad desde fines de la Edad Media: estar íntimamente ligada a funciones represivas y sobre todo "controladoras" del Estado Moderno.
El sermón es importante como texto escrito, aspecto fundamental para todo medievalista pero además es pronunciado por un predicador quien se dirige a una audiencia con el objeto de instruirla y exhortarla. El tema que trata está relacionado con la fe y emplea por lo general pero no necesariamente, un texto sagrado- no siempre bíblico- para explicar o desarrollar tópicos que pueden ser relevantes para quienes lo escuchan[3] como lo afirma Beverly Kienzle en su trabajo,
El sermón es un discurso desde el púlpito caracterizado por su solemnidad y por elaborarse siguiendo las normas de oratoria y retórica. Sirve de ayuda para la educación religiosa puesto que trata de temas, en muchos casos, como explicaremos de temas relevantes para los asistentes, y las variedades provienen gran parte del predicador.
Nuestro trabajo se interesa en los sermones predicados en los autos de Fe realizados en Lima los años 1605, 1625 y 1639. Sus autores son respectivamente Pedro Gutiérrez Flórez, Luis de Bilbao y José de Cisneros y su análisis nos permite completar la lectura de los procesos de los penitenciados de la época. Así, es posible insertar el mensaje de dichos predicadores dentro de lo que podríamos denominar "el espectáculo del sufrimiento" [4] ofrecido por el Santo Oficio a la sociedad limeña.
No obstante, es interesante también tener en cuenta que estos sermones cumplen plenamente con los requisitos señalados por Kienzle en la obra antes citada,[5] porque la fe es elemento primordial y sobre todo la ortodoxia y ortopraxis están íntimamente enlazadas en una ceremonia tan solemne como es el auto de fe. En resumen, el sermón es una exhortación sobre tema doctrinal o moral y que utiliza los textos, sea para fundamentar sus moralizaciones o para elaborar un tópico dominante.
Las funciones del sermón son muy variadas, y agregó a las ya conocidas en la época medieval otras como:
- proponer determinados cultos o permitir su difusión
- sostener la santidad de ciertas figuras
- presentar modelos de santidad
- interpretar y explicar ideales de santidad bíblicas así como adaptarlos a la época de la prédica
- destacar las cualidades de los difuntos, especialmente de los santos
- comunicar puntos de vista alternativos de vida religiosa
- fomentar la práctica de los sacramentos, en especial la confesión
- establecer un puente entre el ideal y la práctica cristianas
- luchar contra herejías y prácticas no cristianas,
- emplearse como mecanismo de control social y mental
- servir de apoyo a planteamientos políticos
(elementos fundamentales en los sermones analizados)
Pero, consideramos que también el sermón puede ser visto como:
- elemento que permite moldear las mentalidades
- mecanismo de control social y mental
- ayuda para difundir planteamientos heréticos
- ejercicio literario
- forma de guía espiritual
- apoyo de intereses políticos y sociales
- solicitud de cambios en lo social y económico
- componente de las ceremonias religiosas.
En cuanto al género nuestros sermones no corresponden a la diversidad existente en el mundo medieval: dominicales, De Tempore u ordinarios, De sanctis o comunes a todos los santos, Ad Status, De Mortuis. Por tal razón, sería interesante estudiar los orígenes medievales del auto de fe y su relación con el sermón, ejercicio universitario que aplica a un tema propuesto las reglas y los esquemas de la escolástica.
Es importante subrayar la importancia de la llamada pastoral post-tridentina puesta en práctica desde fines del XVI y que en el caso de nuestro virreinato coincide su aplicación con el llamado Tercer Concilio Límense. [6] La pastoral post-tridentina ha marcado profundamente el cristianismo hasta el siglo XX con sus pautas muy restrictivas y poco permeables. El historiador Jean Delumeau[7] plantea que su puesta en práctica ha favorecido una “pastoral del miedo” en las sociedades europeo occidentales, y donde el espectáculo del sufrimiento atrae a vastos sectores de la sociedad, tanto católicos como a no católicos.
En lo que concierne a la metodología de trabajo, hemos utilizado la propuesta de ciertos sermonistas, es decir, tener en cuenta cuatro vías para el análisis: el sermón, el predicador, el público asistente y la sociedad en que se predica.
I.- El Sermón
Los sermones elegidos corresponden al material conservado en el Archivo Vargas Ugarte y son los siguientes
1) Sermón que el muy Rvdo. Padre Fray Pedro Gutiérrez Flórez, calificador del Santo Oficio, Ministro Provincial de los Frailes menores de la provincia del Perú y del Reino de Chile, Custodias de Tierra Firme y Tucumán predicó en el Auto general de la Santa Inquisición en la Ciudad de los Reyes el 5 de marzo de 1605.
Este sermón fue impreso en Lima el mismo año por Antonio Ricardo y Fray Pedro Gutiérrez lo dirigió al Excelentísimo Señor Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, Señor de las casas y estado de Biedma y Ulloa, Virrey del Perú, siendo monarca hispánico Felipe III.Se contaba con la dedicatoria del doctor Melchor de Amusgo, familiar del Santo Oficio, aspecto de gran interés, si tenemos en cuenta la importancia que tienen los familiares dentro de la organización del Tribunal. El funcionario conocido con el nombre de familiar era una supervivencia de la Inquisición medieval y
“Esencialmente era un servidor laico del Santo Oficio, listo en todo momento a cumplir sus deberes al servicio del tribunal...Convertirse en familiar era un alto honor.....” [8] , procedían de todas las clases sociales, siendo muy numerosos y contando con importantes privilegios[9]
Asimismo, se insistía en la importancia del mencionado sermón, especialmente por el deseo que tenían los fieles de acceder a su texto impreso y más aún, debido a la importancia que tenía el virrey como cristiano y defensor de la fe. Por tal razón, se le solicita la autorización y la concesión de licencia para la impresión.
En cuanto a la autorización otorgada por el virrey para la publicación, reconocía que no había la necesidad de que el sermón fuera visto o examinado por otra persona, y que la corrección debía hacerla el mismo predicador, lo que es clara muestra de la confianza en su ortodoxia, atestiguada además por su cargo de Calificador del Santo Oficio. Gutiérrez Flórez conocía muy bien las fuentes bíblicas y patrísticas así como los autores de los siglos XVI y XVII, y ha sabido hacer muy buen uso de ellas, sea como paralelos o como apoyos para sus explicaciones.
En su introducción utiliza las líneas siguientes del Salmo 128:
“La bendición de Yahvé sobre vosotros,
os bendecimos en el nombre de Yahvé”
En cuanto a los temas que se tratan en la prédica podemos centrarlos básicamente en los siguientes:
a) La fe y las verdades del cristianismo
Se subraya aquellas referidas a la Trinidad, Encarnación, los Sacramentos, la gracia divina, el libre albedrío, la remisión de las culpas, la venida del Mesías, la intercesión de los santos. Asimismo, insiste en la unidad y santidad de la Iglesia con Cristo como su cabeza universal. Se ha utilizado un símbolo importante del cristianismo, el escudo, empleado en el libro de los Salmos y, sobre todo a partir de San Pablo [10]se le había considerado como símbolo de la fe (Carta a los Efesios 6, 16) Así en el texto, encontramos las siguientes referencias a la imagen del escudo:
“ Escudo fortísimo de la fe es el Excmo. Señor virrey conde de Monterrey que aquí con su grave presencia, autoriza, ampara y defiende las causas de la fe”
“Escudos son los demás oidores y jueces”
“Escudo es también esta florentísima Universidad y escudos son las religiones santas pues todos con sus doctísimas letras y santas costumbres hacen lo mismo”
“Escudos son tantos y tan gallardos caballeros que con fervientes corazones, con las armas, haciendas y vidas se opondrán a cualquier potencia que se levante en contra de nuestra fe”.
“Finalmente, escudo es todo cristiano público, católico que....no dudó sino que querrán en esto correr parejos con todos”[11]
b) La Iglesia
Esta institución definida como una congregación de fieles debajo de una cabeza, Cristo, redentor en la profesión de su fe, ligados con la comunión de unos sacramentos, bajo del gobierno de legítimos pastores, principalmente el Sumo Pontífice de Cristo Redentor en la Tierra, protegida por María y que tiene como característica la victoria contra sus enemigos.
La iglesia es católica y universal como lo prueban los testimonios de las Sagradas Escrituras así como de los Padres de la Iglesia. Gutiérrez Flórez hace uso también en este caso de una serie de símbolos para referirse a la iglesia, tales como la columna, el hacha y la palma para relacionarla con la verdad, la persecución y la imposibilidad de vencerla.
c) La Inquisición
Se plantea como primer auto de fe el castigo que se hizo a los sodomitas, y allí encontramos a Dios como primer inquisidor. No obstante, también hay una insistencia marcada en referirse al juicio final que sentencia a los malos y al que compara con el auto de fe que se está celebrando.
El Tribunal de la Inquisición es considerado en toda su importancia puesto que “defiende, ampara y purifica la verdad, en él halla el errado, enmendado y convertido misericordia y en él es también castigado el pertinaz rebelde y duro con equidad de justicia” “.... importantísimo en la Iglesia, amable y graciosa para el católico, fiel, pues le defiende y ampara no sólo el alma, sino aún el cuerpo y hacienda” “que de lo más remoto y apartado de la tierra y de lo más oculto de sus cuidadosos recatos rastrea, descubre y saca al judío, al hereje y a los demás pecadores que le pertenecen para corregirlos, enmendarlos y castigarlos”[12].
Además, se insiste en la importancia que tienen los jueces del Tribunal porque su tarea de vigilancia es realizada como los animales que vio Ezequiel, llenos de ojos de todas partes para que vigilen como cuidadosas atalayas y puedan descubrir las traiciones de los judíos, herejes e infieles. Gracias a esa vigilancia se mantendrá a España limpia de los errores y herejías, a diferencia de los países vecinos que se encuentran divididos, destruidos y arruinados.
d) Los buenos
Estos miembros de la Iglesia merecen la bendición porque no la persiguen, al contrario son hijos fieles de una institución que es una, santa
Y católica, y que creen siempre lo que les enseña la Iglesia. No obstante, les recuerda que esa fe única se acompaña con las buenas obras y la caridad. Esta referencia es sumamente importante porque diferencia claramente el magisterio de la Iglesia Católica, que insiste en la noción de mérito por las buenas obras y la doctrina luterana de la justificación por la fe.
El religioso solicita, asimismo, que se pida por la conversión de los condenados por el tribunal, así como paciencia para los penitentes y la gracia que permita merecer la gloria a todos los reunidos. Es interesante esta relación que se manifiesta entre los diferentes grupos de la iglesia y que se reafirma en otras partes del sermón.
e) Los castigados y las herejías
Herejes y sus doctrinas erróneas son duramente atacados en la prédica, señalando sus errores desde la antigüedad hasta el siglo XVII y ha utilizado diferentes textos de la Biblia y Padres de la Iglesia para rebatir las herejías arrianas, donatistas, maniqueas, luteranas y calvinistas, así como de los errores de judíos e infieles.
El predicador franciscano considera que los herejes son gente viciosa, libre y perdida, sin Dios, sin conciencia y sin vergüenza. Son crueles, robadores, carniceros, violentos e hipócritas. Al igual que los judíos son una canalla perdida y junto con los infieles son enemigos de la Iglesia, a quien siempre infectan y persiguen.
Naturalmente, considera que todos los enemigos de la Iglesia tienen mal fin y cita a autores posteriores que han hablado de ese mal fin. Es importante la penitencia para esa “gente insensata y engañada”, y sobre todo en el castigo que se debe aplicar a los castigados por el tribunal como lo explicita en los párrafos siguientes:
“Y al judaizante pérfido y al hereje pertinaz, al descomedido embustero, al blasfemo deslenguado, al torpe profanador del Santo Matrimonio y de los demás Sacramentos es su vista horrible y espantosa porque a unos aguarda el fuego, a otros los azotes, destierros galeras, cárceles, sambenitos e infamias, castigos merecidos de atroces maldades”
“Judíos, duros, rebeldes e inflexibles en errado parecer de otros tontos como tú” “esa dureza contra Cristo, no es por ser Cristo, sino por ser tu judío, cuya ordinaria condición natural y antigua fue siempre murmurar de Dios, de Moisés y tus profetas” (Salmo, 17 y Números, 16)
“¡Oh, mi señor y Redentor Jesucristo!, cuánto os han costado estas míseras almas, buitres...miserables reos, vasos de ira muertos en sus errores” (Hechos de los Apóstoles y Epístola a los Romanos)[13]
Podemos concluir afirmando que este texto fue presentado con un saludo muy solemne y pomposo, y si bien se utilizó en su redacción gran número de citas en latín, estas fueron traducidas inmediatamente al castellano. Su tono debe haber sido aseverativo, en algunos casos bastante emotivo y ha tenido la intención de impactar a los fieles y fomentar en ellos el espíritu de unidad en la fe. Y, por tal razón, se ha insistido en dar a conocer las verdades de la fe, al mismo tiempo que se señalaban las herejías. Ahora bien, nos queda la interrogante respecto a los resultados efectivos que haya logrado en ese aspecto.
2) Sermón de la fe en el Solemne General Auto que el Tribunal Santo celebró en la ciudad de Lima. Domingo Tercero de Adviento, que fue día de Santo Tomás Apóstol, a 21 de diciembre de 1625 por el Padre Maestro Fray Luis de Vilbao, de la Sagrada Orden de Predicadores, Calificador del Santo Oficio y Catedrático Propietario de Prima de Teología en la Real Universidad de los Reyes.
Este sermón fue impreso en Lima en 1626 aunque no se indica el lugar y el predicador lo dirigió al Excelentísimo Señor Don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar, Virrey Capitán General de estos reinos del Perú, siendo monarca de España, Felipe IV.
La dedicatoria redactada por el mismo predicador se caracteriza por su sobriedad como se puede observar en las frases siguientes:
“ El cuidado con que estudie este Sermón, me obliga a dedicarle a V. Excelencia, pues felicito el desvelo de estudiarle la esperanza de tener tan grande oyente. El estudio es mío.... este ofrezco a V. Excelencia, que siendo hecho en servicio de la Fe, le ha de admitir el afecto que publica obligando a esto la sangre, que sus gloriosos progenitores vertieron defendiéndola...”
El dominico ha tomado como referencia para su sermón la frase del Evangelio de San Juan, capítulo XXX, Señor Mío y Dios Mío.
En este sermón las ideas principales no se encuentran claramente diferenciadas de los temas básicos, no obstante hemos elaborado un esquema de ellos:
a) Dios y Fe
Se articulan la grandeza de la divinidad, la verdad de su voz y el poder de su brazo pero también lo concerniente a la misericordia divina, que tiene su tiempo después del castigo. Asimismo, se reconoce que la primera regla de la verdad es que Dios no pudo engañarse a sí mismo, ni tampoco engañarnos. “Señor es omnipotente para todo lo que son los fundamentos de nuestra fe católica”[14] . El tema de la fe es insistente en el sermón insistiendo en la suavidad del yugo de la fe recibido en el bautismo.
Reconoce la importancia que tiene esa reunión, “insigne teatro” en sus palabras que ha permitido reunir una congregación tan numerosa y nunca antes vista, motivada sobre todo por la fe y no por ver a los miserables hombres y mujeres castigados.
b) Iglesia
Se ofrece su imagen como cama o lecho y que los penitenciados han buscado inquietarla y perturbar la fe, afirmando
“..como estas sabandijas de estos hombres y mujeres perdidas, que de la oscura cueva de los errores, salen con tan palpables nieblas de disparatadas cegueras, a inquietar la cama del pacífico Salomón y perturbar la fe” [15]
c) Tribunal del Santo Oficio
Es un tema que se trata extensamente y hay la consideración de este Tribunal como apostólico y real, lugar donde la competencia del Señor se manifiesta en un majestuoso acto entre sus discípulos.
Su discurso da a conocer que el Tribunal está conforme al derecho más que humano, y sus jueces apostólicos tienen la grandeza, la autoridad, la majestad más parecida a la de Dios, así como su voz es la voz de Dios. Se apoya en textos de los Salmos y San Jerónimo para sus afirmaciones.
El P. Bilbao insiste en la obediencia a la voz del Tribunal, así como en la imposibilidad de atreverse a replicarle, e igualmente resalta lo referente al poder de su brazo, como el de Dios. “Brazo poderoso del Tribunal pero secreto”, afirmación que se encuentra en Isaías, 53,1 y que confirma que una de las mayores grandezas del brazo de Dios es que obra eficacísimamente, pero oculta y secretamente y sin estruendo.
Ese Tribunal que hará Dios oír su voz en el mundo y como brazo y voz de Dios “defiende la pureza de las verdades reveladas por la voz de Dios y como brazo se opone al atrevido soberbio negando a tal maldad el crédito y poder a tal brazo”[16]
La Inquisición acierta en su actuación conforme con el poder divino, los castiga como su culpa merece y también humillan y castigan a la Platera y a la Voladora. El mencionado tribunal goza la grandeza y majestad que se le debe por tantos títulos como a vigilante defensora de la Iglesia y de la fe católica (Cantar de los Cantares, I).
Asimismo se apoya en el texto de Fray Luis de Granada para referirse a la Inquisición “es el muro fuerte de la Iglesia, columna de la verdad, custodia y relicario de la fe [...] atarazana de todas las armas contra los herejes y contra los demonios mismos. Antorcha resplandeciente de la Iglesia. Piedra de toque” [17]
Y es importante la enumeración que hace de los logros del Tribunal en su defensa de la fe y lo que se espera de esta institución en el futuro:
“.[...] este tribunal santo que ha conservado en la Fe y defendido de los judíos, herejes y moriscos. Que la ha defendido de amenazas como los alumbrados de Llerena, de Sevilla. Que ha hecho servicio a la Iglesia y a esta ciudad al librarla del peligro en que la tenían puesta estas mujercillas [...] eran como cáncer.. Todo este daño atajó el tribunal [...] su brazo es fuerte y su voz poderosa como la de Dios [...] Tiemblen los enemigos de la Iglesia de su brazo, obedezca a su valiente voz el mundo todo. Viva el Tribunal Santo de la Inquisición, viva para pavoroso espanto de sus enemigos [...] Crezca cada día más y más en su grandeza y majestad. Consérvele Dios en su Iglesia para que los fieles conserven con la debida pureza la fe que profesan, para que animada y viva con la caridad, y ministerio de las obras, alcancen dones divinos de gracia, prenda de la gloria” [18]
En cuanto al oficio de Inquisidor es la guarda del lecho (la Iglesia) y sus calidades son dos:
1) Su número es sesenta determinado por indeterminado porque sesenta significa gran perfección, pues representa el número de seis, multiplicado por diez, y ambos números significan gran excelencia, como lo afirmaban San Gregorio Magno y San Gregorio Niceno.
2) Son fortísimos y los más fuertes de los fortísimos
No obstante, todo el poder que tiene el tribunal reconoce también que tiene un aspecto misericordioso: el perdón que concede a los que se arrepienten de sus errores.
d) Castigo y castigados
El predicador se apoya en textos bíblicos para reconocer que este castigo a los herejes y blasfemos es un servicio agradable a Dios (Levítico, 1 y 24, Reyes, 9). Si bien es un sacrificio de sangre considera que esta acción es santa y merecedora de la bendición copiosísima de Dios, y prueba de ello es la participación de la autoridad civil en ese sacrificio tan agradable a la fe y a la religión.
Para el P. Bilbao la celebración del auto de fe en la festividad del apóstol Santo Tomás es como el primer auto de fe celebrado por Cristo señor como Inquisidor General de la Iglesia, admitiendo a la reconciliación a un discípulo apóstata e incrédulo, quien hizo solemne abjuración del error con las famosas palabras: Señor mío y Dios mío.
Los castigos se imponen debidamente a los que se oponen a la voz de Dios, siendo el primero el desbaratar la soberbia como ya lo había recordado San Ambrosio al afirmar que los hombres eran de polvo.
Ese tiempo de castigo es el primero y debe ser precedido de tiento y consulta para no errar en aplicación de las penas propias del Tribunal que son de furor y fuego, especialmente se prodigan las llamas para los contumaces, relapsos y pertinaces.
Asimismo, se recuerda a la gran cantidad de herejes castigados por Moisés y la importancia de aceptar el castigo de “estos apóstatas de la Fe, judíos y herejes, de estos blasfemos atrevidos, de estos Sacrílegos violadores de Sacramentos[...] de estas hechiceras, de estas embusteras y alumbradas que tan engañada tenían esta ciudad”[19]
El poder del brazo de Dios y el valor de su valiente voz se muestran en estas maravillosas obras que castigan sin excepción a los soberbios y pérfidos herejes apóstatas de la fe, así como a sus cómplices sin excepción de personas o de género, privándolos perpetuamente del paraíso.
El predicador se expresa duramente de los judíos y de su terquedad frente al bien que goza el cristianismo desde hace tantos años, y como las Sagradas Escrituras muestran la terquedad y desgracia de este pueblo que ha recibido enormes castigos por su soberbia y perfidia.
Asimismo, duras palabras contra los arrogantes alumbrados, quienes como dice Santo Tomás, se atribuyeron a sí mismos lo que no tienen. Esa arrogancia es hija de la soberbia y
“Arrogancia es, sin duda, la vana ostentación de santidad de estas miserables mujeres que con tanto descrédito de la virtud, han procedido a atribuirse a sí lo que no tienen. Engañando al mundo y haciendo con embustes e invenciones... y granjear honra y estimación”[20]
Al predicador le interesa diferenciar a las verdaderas santas y lo que hicieron de la Platera y la Voladora, y sobre todo explica cuáles eran los embustes de las penitenciadas así como la participación de la población al acudir a consultarlas y llevarles presentes
e) Errores
El P. Bilbao considera importante señalar los errores que han cometido los castigados y se apoya en los textos de Job, Nicolás de Lyra y Santo Tomás para insistir en el pecado de la soberbia, y refiriéndose especialmente a los judíos que no han querido reconocer al verdadero Mesías y los llama soberbios, presumidos, ciegos y tercos.
f) Asistentes
Un elemento importante en este sermón es el que corresponde a la autoridad política que legitima el acto, y especialmente la presencia del representante del Monarca
“debida le es a este Tribunal santo, la que aquí representa con la asistencia de un Excelente Príncipe, que en lugar del Rey autoriza este acto de un gravísimo Senado, y Real Audiencia de dos ilustres Cabildos, de una generosa y lucida Universidad, de las Religiones Sagradas depósito de la Sabiduría y Santidad de este Reino, y del florido concurso de tanta nobleza Ea, señor, pues en lugar de Dios, V.E. preside tan ilustre acto”[21]
3) Discurso que en el Insigne Auto de a Fe, celebrado en esa Real Ciudad de Lima, a 23 de Enero de 1639. Predicó el M.R.P. Joseph de Zisneros, Calificador de la Suprema y general Inquisición, Padre de la S. Provincia de la Concepción, y Comisario General en todos esos Reinos del Piru y Tierra Firme, del Orden de N.P.S. Francisco.
Este último sermón se imprimió el mismo año en Lima por Gerónimo de Contreras. Estaba dirigido al Excelentísimo Señor Don Luis Gerónimo de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, Virrey, Gobernador y Capitán General de los Reinos del Perú y Tierra Firme, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, y de su llave dorada, de los Consejos de Guerra, y estado, Comendador del Campo de Critana, del Orden de Santiago.
La censura estuvo a cargo del doctor Pedro Ortega de Sotomayor, maese escuela de la Santa Iglesia, Canciller y Catedrático de Prima de Teología de su Universidad, y la aprobación estuvo a cargo del Provincial de la orden agustina, P. Juan de Ribera, quien era Catedrático de Vísperas de Teología de la Real Universidad de Lima.
La dedicatoria es muy importante porque señala la relación del virrey con el monarca, quien es protector de la fe e insiste especialmente en la relación existente entre la política y la religión. Asimismo, se subraya la importancia del Tribunal de la Inquisición y del sermón predicado en el auto de fe. Finalmente, se reconoce la contribución económica del virrey en las limosnas.
El tema del sermón corresponde a las líneas del Salmo 140[22]:
Fueron precipitados sus jueces desde el borde de la roca,
y oyeron mis palabras que eran blandas.[23]
Se inicia con la Salutación en la que el P. Cisneros ha utilizado el Libro de los Reyes refiriéndose a dos reyes del Antiguo Testamento: Saúl y David. Es interesante la comparación que hace con el Tribunal de la Inquisición y su desvelo en mirar las cosas y las causas tan importantes como las presentes, y que lo ha elegido para tarea tan importante, a él que es tan pequeño y despreciado que no merece el nombre de hijo de San Francisco, indicando además que hubiera sido mejor que desempeñase esta tarea un hijo de Santo Domingo.
El sermón está dividido en cuatro partes y las analizaremos teniendo en cuenta este orden:
Discurso Primero
Sobre potestades potestativa y judiciaria de la Iglesia
Esta primera parte está articulada alrededor de los temas siguientes:
a) Cristo
Se señala que la potestad judiciaria que Dios Padre le ha dado contra herejes y judíos y esta potestad se prueba con la parábola de las vírgenes de la boda [24]y explica lo siguiente
“..si se desposó con nuestra naturaleza humana fue para ser nuestro juez y de esto advierte y asegura a sus apóstoles, de que su Padre no ha de juzgar a nadie y que a él se le ha dado todo el poder de juzgar. Desposadme con la naturaleza humana y así tengo potestad judiciaria para juzgar a los hombres pero especialísima para juzgar y condenar herejes, especialmente la herejía judaica, según Jerónimo”[25]
Asimismo se refiere a la importancia de la Majestad de Cristo (salmo 106), de su pasión (Salmo 123) y de su divinidad (Isaías y sermón 60 de Pedro Crisólogo) En cuanto al reinado de Cristo afirma que está presente desde su concepción y especialmente su reinado universal lo ha recibido por sus sufrimientos en la cruz, tal como lo han afirmado Tertuliano, San Hilario en su De Trinitate y también el buen ladrón del Evangelio[26]. Ese Cristo reinante, según las afirmaciones de Isaías, tiene también insignias propias y diferentes a las otras: la cruz.
b) Iglesia y fieles
La Iglesia es presentada como una institución fuerte y contra la que no pueden nada las asechanzas de herejes y judíos. Se insiste en la importancia que tienen los fieles y especialmente su unión con Cristo
c) Justicia
Es un tema de gran importancia y se insiste en la necesidad de amarla y de aborrecer la iniquidad. Un elemento importante es la referencia a los Salmos (especialmente al 44) y al rey David para tratar este tema.
d) Herejes y Judíos
Cristo ha sido nombrado Inquisidor general por su padre para castigar en esta vida a herejes y judíos quienes ofendan a él o a su Iglesia. Se apoya en citas de San Jerónimo y también en el Adversos Judeos de Tertuliano para referirse a las situación de quienes considera “desdichados sacrílegos”
Discurso segundo
Grandeza y Judicatura del Santo Tribunal de la Inquisición
a) Cristo, Fe e Iglesia
El tema de Cristo está íntimamente ligado al término piedra, como base fundamental de la fe y sobre todo la perennidad que representa este elemento. La fe que se ha heredado de los padres no puede verse dañada por la perfidia de los judíos y de los sacrílegos herejes, con quienes de ninguna manera deben de comunicarse. Se señala la importancia de esa Iglesia militante que vive por la
b) Inquisición
El Santo Tribunal según el predicador es un asilo finísimo de la fe, y cuenta con un estatuto de calidad y de limpieza y no debe comunicarse con el infiel. Este tribunal decide y determina las causas de la fe, con diferencia, con justicia, otras con misericordia, examinándolas para mejorarlas.
Ese Tribunal que juzga con justicia y castiga con la muerte del fuego, la cual es la justa condenación de los delitos. Siendo un muro fuerte, como defensor de la fe tiene sus baluartes, fosos y contrafosos, así como armas que lo defienden:
a) calificadores (teólogos nombrados por el tribunal para censurar libros y proposiciones)
b) juristas y
c) teólogos
Además, el santo Tribunal es el encargado de:
a) la conservación del óleo sagrado y del vino de Sacramento
b) la preservación de la ley de Dios
c) la reverencia al Santísimo
d) la vara de justicia
En las causas de la fe solamente cuentan con la omnímoda autoridad apostólica y la mayor dignidad: Cristo, San Pedro y el Tribunal de la inquisición que es Santo por la Bula concedida por Sixto V a la Inquisición española.
En cuanto a los inquisidores son los inmediatos jueces de la fe y como afirmaba San Bernardo, ellos así como el primer inquisidor que fue Moisés ejercitan la justicia contra los incrédulos de la piedra.
c) Monarcas
Uno de los aspectos más importantes de este discurso es la explicación que da Cisneros sobre el poder general de los príncipes de la tierra. Recuerda que la grandeza del tribunal se encuentra también fundamentada en las cláusulas del testamento de Carlos V y de su hijo Felipe II.
La cesárea majestad de Felipe IV está representada por el virrey y es sumamente importante amar, ser fiel y prestar obediencia al rey. El monarca es un muro que debe defender el Arca Santa como lo atestigua el Éxodo.
Discurso Tercero
Grandeza de los patriarcas y sus órdenes, en orden al Santo Tribunal
a) Cristo e Iglesia
El predicador ha continuado utilizando la simbología de la piedra para referirse a Cristo, y ha agregado la visión de iglesia como una casa colocada sobre los hombros de los santos
b) Inquisidores
Esta parte del discurso es interesante porque se presentan los nombres de los más importantes inquisidores franciscanos y dominicos
c) Órdenes religiosas
En lo referente a las órdenes religiones, destaca la importancia de Santo Domingo y San Francisco para reedificar la iglesia y sustentarla en sus hombros.
Estos santos han sido los más inmediatos a la piedra Cristo, y sobre todo importantes por su humildad, que les da un lugar cerca de Dios; así como los miembros de su comunidad, destinados a ser fundadores del Santo Tribunal.
Discurso Cuarto
De la perfidia judaica contra la piedra Cristo
a) Cristo
El predicador nuevamente utiliza la metáfora de la piedra para referirse a Cristo. Señala que es más evidente y más claro que la luz del sol que Cristo es el Mesías esperado y deseado.
“Decidme, miserables, no creéis ni queréis por Mesías a Cristo porque nació en Belén? Creed a vuestro Miqueas, 5 que profetizó el lugar de nacimiento. ¿No lo queréis por Mesías porque entró en Jerusalén sentado en una bestia humilde y fue vestido en su pasión de vestido purpúreo? Creed en vuestro Isaías, 61.53 “[27]. A lo anterior agrega otras citas del Antiguo Testamento como son: Jeremías, Zacarías, Job, David.
b) Fe y Fieles
Se reconoce la importancia de la fe que es la que establece la diferencia entre crédulos e incrédulos. Así, los fieles son del bando del Cristianismo, del gremio de la Iglesia Santa, herederos de la viña que se quitó a los miserables según el Éxodo, 32.
Cisneros invoca a los presentes a permanecer firmes en la fe del Mesías verdadero, creer en su Santa Iglesia, venerando sus divinos Sacramentos, y especialmente obrar virtuosamente para asegurar los mayores méritos que ya han sido afianzados por Cristo y los méritos de su sangre.
c) Judíos
Esta parte de la prédica es de una gran dureza puesto que se busca atacarlos utilizando testimonios de las Sagradas Escrituras y de la historia. Cisneros insiste en la perfidia judía y su relación con la incredulidad (Osías, 10). Es la perfidia que da lugar a la rebeldía del entendimiento y la obstinación de la voluntad y también esa perfidia da como resultado que no tengan rey, príncipe o gobernador de su sangre, ni templo ni sacerdocio propios.
Ciertos párrafos nos muestran la dureza del lenguaje:
“Miserable gente.. Ni tierra de promisión ni en heredad de la Iglesia para ellos. Convencer a miserables pérfidos con la misma perfidia de piedra” (Pedro I, c.2)
“tan propio es del mundo el ser malo, como de estos miserables el ser pérfidos, así como no hay que esperar del mundo se mejore, así ni de estos que crean”
Y esa perfidia en la que perseveran, hace que sean condenados merecidamente por los cuatro inquisidores del Tribunal, perdiendo así honra, hacienda y vida
Es interesante la relación que hace el predicador entre la fecha del auto de fe y otros acontecimientos del Antiguo Testamento como el pecado contra la mujer del sacerdote el 23 de enero es “presagio y figura de la justicia que se hace con estos miserables” y Zacarías quien vio también en la misma fecha, a un varón midiendo a Jerusalén con una soga Jerusalén.
Como en los siglos anteriores, estos sermones han continuado jugando, un papel importante para la educación de los fieles, así como en la liturgia. Asimismo, es necesario insistir en su valor dentro de una cultura en la que la oralidad es fundamental en las comunicaciones, especialmente si quien pronuncia los sermones está calificado para ello [28] y, sobre todo, si la prédica tiene lugar en una ceremonia pública de la magnitud de un auto de fe.
Los sermones estudiados insisten en aspectos que han caracterizado a la prédica peninsular desde siglos atrás: la penitencia, la salvación relacionada con la confesión y el arrepentimiento, así como también el antisemitismo. Y, sobre todo, confirman lo que se ha señalado respecto a la “pedagogía del miedo” utilizada por la Inquisición, donde uno de sus elementos fundamentales sería el sermón “de tono grandielocuente y de contenido variado en torno a los delitos más graves que se sentenciaban en el auto; para atraer una elevada concurrencia se comunicaban en los pregones indulgencias concedidas por el Papa a los asistentes” [29]
II.- El Predicador
La información proporcionada en los sermones es la única que nos ha sido posible obtener de los predicadores y esperamos poder ampliarla en un futuro próximo.
III.- La sociedad
Es fundamental situar al sermón en su contexto, lo que nos permitirá comprender la función que ha tenido dicha prédica. En este caso, es la sociedad en que se elaboró y se predicó, las celebraciones de los tres autos de fe, la Lima del siglo XVII. En realidad, tenemos un período relativamente corto, treinta y cinco años aproximadamente, y donde, como señala De Reu, se debe “relacionar la evolución de la sociedad con los cambios en lo simbólico, en el contenido y en el estilo”[30].
Esa sociedad limeña forma parte de un conjunto específico territorial: los dominios de Ultramar, dirigida por una administración característica de la época de los Austria, y que presenta problemas en cuanto a su eficacia y al personal político que lo compone, así como la venta de cargos. No obstante se mantiene un principio de base: reservar únicamente al poder real las funciones propiamente políticas y someter a os Consejos los problemas técnicos[31]
Millar Carvacho[32] nos ofrece una interesante presentación de la ciudad de Lima a inicios del siglo XVII, caracterizada por una población en aumento, con una composición social heterogénea y claramente jerarquizada en lo social. La violencia era un fenómeno integrante de la cotidianeidad de los diferentes grupos sociales y, la relajación de las costumbres eran de considerable magnitud como lo manifiestan diversos testimonios.
No obstante, es una sociedad con intensas manifestaciones de religiosidad, tanto en cuanto al número de conventos, templos, iglesias y capillas, así como al de integrantes del clero regular y secular, sin olvidar las festividades, ceremonias, devociones e inquietudes espirituales de los fieles y especialmente la presencia de cinco santos de la Iglesia limeña que vivieron en esa época.
“En ese ambiente tan contradictorio, también aparecen diversas mujeres que tienen una vida religiosa muy intensa y que alcanzan fama de ser personas santas hasta que aparece la Inquisición y las procesa,[...] “[33]
IV. El Público.-
El público que asistía a los autos de fe correspondía a lo que se denomina literati y también iliterati, aunque había falta de uniformidad en ambos grupos. Si tenemos en cuenta lo que ha señalado Thomas Amos[34] respecto al auditorio en los sermones, debe reconocerse la dicotomía existente entre lo oral y lo escrito en ciertos grupos, y la necesidad de poder conocer las habilidades cognitivas de la audiencia. Así, sería posible medir nuestro objeto de estudio como medio de comunicación, y además, distinguir los rasgos de los sermones recordando ciertas características generales de los mismos.
Nuestros predicadores se han dirigido a su auditorio de diversas maneras y en cuanto a las imágenes que se les ha ofrecido, consideramos que no todas han sido accesibles, pero sí es muy interesante observar los vicios que se les reprocha: gran credulidad en hechiceras e iluminadas, la relación con herejes y judíos, así como cierta tibieza en las prácticas religiosas y también malas costumbres.
¿Cómo percibieron estos predicadores la sociedad en que vivían, y cuáles eran los prejuicios que tenían respecto a cada grupo social? Se observa una visión negativa, especialmente en el caso de Cisneros, sobre todo respecto a los judíos, herejes e infieles, aunque a veces existe confusión en los términos que emplean respecto a éstos.
Es necesario considerar que existen otros elementos necesarios para el análisis, como el lugar donde la prédica se ha realizado, si es al exterior o al interior de un recinto religioso, también lo concerniente a la hora y características climáticas, y la duración que han tenido los sermones.
En nuestro caso, las prédicas han tenido lugar en la plaza mayor de Lima, en horas de la mañana, en verano, su duración ha sido mayor al promedio (treinta minutos), además han formado parte del auto de fe, que era un hecho que marcaba la existencia de la ciudad donde se celebraba, desde que se publicaba hasta que desaparecían sus últimas secuelas, dejando múltiples proyecciones en la literatura y el arte.
Ese auto de fe tenía varios objetivos como acontecimiento religioso, judicial, político y social, incluyendo dos vertientes fundamentales: la manifestación pública y el acto judicial. En el primer caso, tenemos las publicaciones mediante pregones, sermones y juramentaciones; las procesiones; las cruces que se portaban y los tablados ocasionales o permanentes que se construían. En cuanto al acto judicial destacaban: su secreto, las normas para petición de reos a la justicia real y los castigos[35].
Es sumamente interesante lo que afirma Maqueda sobre el auto de fe como “uno de los mejores exponentes de la solemnidad pública de la Inquisición, ya que pocas oportunidades -por no decir ninguna- tenía el Santo Oficio de demostrar su poder mejor que la que le brindaba la celebración del Auto de Fe, acto que la convertía en la salvaguardia espiritual de la Monarquía [...] en el siglo XVII, toda vez que aunque existan menos autos públicos solemnes en esa centuria, las descripciones de la ornamentación de los que se celebraban en plazas o Iglesias (ya que el lugar no estaba determinado por derecho sino que se dejaba a criterio de los Inquisidores), [...] demuestran el cuidado que se pone en la escenografía, una escenografía tan majestuosa como la del siglo precedente”[36]
En el caso de dos de nuestros autos de fe, tenemos las informaciones proporcionadas por Suardo y Mugaburu en el Diario de Lima, que confirman lo señalado por Maqueda, así como la importante relación existente entre la Inquisición y la Monarquía español. La Contrarreforma ha jugado un papel fundamental en dicha relación, y tanto los intelectuales como el público en general son conscientes del papel que desempeña el monarca en los asuntos religiosos y de la acción que debe ejercer el poder civil en la represión de la herejía [37]
La acción inquisitorial desde el Concilio de Trento se manifiesta en tres ámbitos muy claros:
- la moral sexual,
- el respeto debido al clero y
- la represión de la magia
tendiendo sistemáticamente a reforzar la cohesión y unidad cultural de la nación española. Asimismo, la defensa de los principios de unidad religiosa tridentinos se identificaba también con la defensa de la Monarquía[38] y las muestras recíprocas de consideraciones entre autoridades civiles e inquisitoriales son una prueba de ello.
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NOTAS
[1] FLOREZ, Cristina, El poder de la palabra: Sermones medievales y sermones coloniales” En Scientia et Praxis, N° 22-23, p.
[2] MARTIN, Hervé, Le métier du prédicateur à la fin du Moyen Âge 1350-1520,, p. 24
[3] KIENZLE, Beverly, The Typologie of Medieval Sermon and its development in the Middle Ages, En: De l’homélie au sermon. Histoire de la prédication médiévale
[4] Término tomado de la obra de Peter Spierenburg, The spectacle of suffering. Executions and the evolution of repression: from a pre-industrial metropolis to the European experience
[5] KIENZLE, Beverly, op.cit. pp. 84ss
[6] FLÓREZ DÁVILA, Cristina, Religión y cultura popular, El sacramento de la Penitencia y el Tercer Concilio Limense (trabajos inéditos)
[7] Profesor del Collège de France
[8] KAMEN, Henry, La Inquisición española, p. 160
[9] TURBERVILLE, A.S. La Inquisición española, p. 48
[10] URECH, Edouard, Dictionnaire des symboles chrétiens, p.27
[11] Sermón P. Gutiérrez Flórez, p.17
[12] Íbidem, p.17
[13] Íbidem, p.p. 18-19
[14] Sermón P. Bilbao, p. 5
[15] Íbidem, p.17
[16] Ibidem, p. 8
[17] Ibidem, p.18
[18] Ibidem, p. 18
[19] Íbidem, p. 4
[20] Íbidem, p. 13
[21] Íbidem, p. 9
[22] Libro de los Salmos, pp.491-493
[23] Estos son los versos utilizados por el predicador.
[24] Mateo, 25, 1-13
[25] Sermón P. Cisneros, p. 3
[26] Lucas, 23, 39-43
[27] Íbidem, p.15
[28] SANCHEZ SANCHEZ, Manuel Ambrosio, Vernacular Preaching in Spanish, Portuguese and Catalan, En: The Sermon, p. 761
[29] MAQUEDA, Consuelo, El auto de fe como manifestación del poder inquisitorial, p.413
[30] DE REU; Martine, Divers chemins pour étudier un sermon, En De l’homélie au sermon,
[31] PÉREZ, Joseph, La Couronne de Castille, En Le premier âge de l’État en Espagne, (1450-1700), pp. 89ss
[32] MILLAR CARVACHO, René, Falsa santidad e Inquisición. Los procesos a las visionarias limeñas, pp. 277-305
[33] Id. op. cit. p.279
[34] AMOS, Thomas, Early Medieval Sermons and their Audience, En: De l’homélie au sermon, p. 1
[35] MAQUEDA, Consuelo, El auto de fe como manifestación del poder inquisitorial
[36] Id. Op. cit. p.410
[37] PÉREZ, Joseph, L’idéologie de l’État, En Le premier âge de l’Etat en Espagne (1450-1700) p. 212
[38] DEDIEU, Jean Pierre, La défense de l’orthodoxie, En: Le premier âge de l’État en Espagne (1450-1700), pp. 229-231
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Bibliografía
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SUARDO, Juan Antonio, Diario de Lima (1629- 1639) Tomo II, Lima: Universidad Católica del Perú, 1936
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ARTICULO PUBLICADO EN: Revista UKU Pacha, Año 3 N° 6, Lima, 2003
FOTOGRAFÍA: L´Àngel de l’Apocalipsi de Antonio Amorós.Adaptación y dramaturgia de Sermones de San Vicente Ferrer. www.festivalmedieval.com/. ../evento.asp?id=107
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LA AUTORA
Gloria Cristina Flórez es Doctora en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Post grado en Historia de América en la Universidad Complutense.
Especialista en Civilización Medieval por la Universidad Católica de Lovaina.
Profesora en la Universidad de Lima y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde es responsable de la Cátedra Ella Dunbar Temple en la Facultad de Ciencias Sociales.
Miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad de Naciones Unidas con sede en Tokio así como de Historia a Debate y de la Asociación de Estudios Medievales y Renacentistas (ambas con sede en España)
Contribuciones en libros y revistas del Perú y extranjero (comercio medieval, antecedentes de Derechos Humanos y La herencia medieval en el Perú de los Austrias)
Colaboradora del Dictionnaire d’Histoire et Géographie Ecclésiastique así como de la Revue d’Histoire Ecclesiastique publicados por la Universidad Católica de Lovaina.
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OTROS TRABAJOS DE LA AUTORA
"La Universidad de San Marcos y el Mercurio Peruano", en Investigaciones Sociales, año 6, nº 9, 2002. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales.UNMSM. Facultad de Ciencias Sociales. Versión electrónica.
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