POBREZA, ASISTENCIALISMO Y CARIDAD CRISTIANA EN LIMA DEL SIGLO XVIII. Historia de la Iglesia del Sagrado Corazón de Niños Huérfanos
Richard Chuhue Huaman
Universidad de San Marcos/ Perú
La Pobreza así como su natural consecuencia: los desamparados, han estado presentes en todo momento histórico y en toda sociedad. En esta ocasión nos toca hacer referencia a una institución que fue establecida en Lima a fines del siglo XVI y cuyo funcionamiento y desarrollo asistencial hacia uno de los sectores por lo general mas propensos a sentir los efectos del abandono y desprotección, se vio marcado por los diversos vaivenes económicos, sociales y culturales a través de su devenir histórico. La experiencia que se acumulo en dicho centro a través de todo el proceso virreinal fue desechada y su ejemplo prácticamente quedo nulo al llegar la Republica. Una muestra de lo que no debe suceder con programas que son descartados por los gobernantes de turno por el solo hecho de haber sido efectuados por administraciones o regímenes contrarios en ideologías o en manejo político a los suyos. Pasemos a observar el desarrollo de esta institución.
Lima Colonial. Definiciones generales
La media de habitantes en Lima durante el primer siglo de presencia hispana fue de 25000 almas aproximadamente[1]. Si bien es cierto que la ciudad era de pequeñas extensiones, prácticamente una villa, no debemos olvidar que se trato de la capital del virreinato más importante de Sudamérica. Por lo mismo se fundaron en ella multitud de Iglesias y centros religiosos (6 Conventos, 5 Monasterios, 4 parroquias), los cuales desarrollaron dentro de la sociedad colonial un marcado sentimiento piadoso[2]. La asistencia y la caridad impregnada de un verdadero tinte barroco, cuya inspiración provenía de las enseñanzas de Santo Tomas de Aquino, hicieron de la limosna y de la beneficencia una de las formas consuetudinarias de afrontar los problemas sociales.
El Gobierno colonial, no obstante, también se preocupo por buscar formas de asistir a dicha parte de la población primigenia de la ciudad. La fundación de los hospitales es un buen ejemplo de ello. El Hospital de Caridad (para mujeres españolas) fundado en 1552 representa el primer esfuerzo por dotar a la ciudad de un centro que albergase y cuide a las que eran consideradas como el elemento más vulnerable de la ciudad, además que también fungió de maternidad. El Hospital de San Andrés de hombres españoles (fundado en 1554) así como el de Santa Ana de indios (fundado el mismo año) son la continuidad necesaria a este programa. En años posteriores se funda el Hospital del Espíritu Santo para gente de mar (en 1575), el de Niños Huérfanos (en 1603), el de San Lázaro para leprosos (en 1606) y por ultimo el de San Bartolomé para población negra (en 1646)[3].
Niños Expósitos en Lima, desarrollo histórico
La legislación colonial tenia una variada gama de vocablos con los que se designaba a los hijos procreados fuera del matrimonio. Dentro de la amplia noción de ilegalidad se establecieron dos grandes divisiones: la primera era la de los hijos naturales, quienes eran procreados por el hombre y mujer solteros que vivían juntos y no tenían impedimento para contraer matrimonio. La segunda división era la de los hijos espurios, categoría más compleja porque abarcaba a todos los demás ilegítimos. Este grupo a su vez estaba dividido en seis subgrupos: a) adulterinos, que eran todos los de “dañado y punible ayuntamiento”; b) bastardos, los habidos con barragana (concubina); nefarios, procreados por descendientes con ascendientes; d) incestuosos, procreados por parientes transversales dentro de los grados prohibidos; e) sacrílegos, hijos de clérigos, ordenados in sacris o de frailes y monjas profesos y f) manceros, hijos de mujeres publicas[4].
La definición que el Real Diccionario de la Lengua Española da para expósito es:
“En lo literal significa echado y puesto al público; pero comúnmente se toma esta palabra por el niño o niña que han sido echados por sus padres o por otras personas a las puertas de las iglesias, de las casas y otros parares públicos, o por no tener con que criarlos, o porque no se sepa cuyos hijos son. En diferentes ciudades hay casas y hospitales públicos, erigidos para recoger y criar estos niños, los cuales se llaman de los expósitos.Del latín "expositus", expuesto[5].
Dicha definición es explicita en la consideración de la problemática acerca de la exposición de niños como un problema social a la vez que también de mentalidades. No solo se abandonaron niños en razón a ser sus padres de escasos recursos económicos. También la moral de la época dictaba que era preferible el abandono de los infantes a un cruel aborto[6], por lo cual los niños frutos de las relaciones vedadas por la hipocresía de dicha sociedad terminaron en su mayor parte siendo abandonados.
Al parecer, dicha práctica se generalizo mucho en Lima. Y la indiferencia en los primeros tiempos era asimismo notoria. Tuvo la suerte nuestra ciudad y los niños que en ella habían sido abandonados que arribase a Lima en 1596 junto a la comitiva del Virrey Luis de Velasco, un individuo nombrado Luis de Ojeda (a) “El Pecador”[7]. Era un sujeto pío y con gran habito de penitencia que rápidamente se supo ganar el aprecio y consideración de la sociedad limeña de entonces, a tal punto que muchos lo reputaron por santo. Como sujeto misericordioso busco establecer un lugar para la atención de los negros esclavos de la ciudad y para tal efecto reunió limosnas entre el público y compro una finca en el lugar en donde actualmente esta la Iglesia.
Luis El Pecador hubiera perseverado en su intento de edificar un hospital para negros y pobres de no haber sido reconvenido por su confesor, un padre franciscano llamado Fray Juan Roca, quien le narro como el mismo había sido testigo de una historia espeluznante: habiendo ido en horas de la noche a confesar a unos enfermos hallo como unos perros callejeros devoraban el cuerpo de un niño en la calle de la Pescadería, horrorizado por el espectáculo macabro torno hacia la (Iglesia de la) Merced cuando encontró que en las cercanías a su cementerios otros canes hacían lo mismo con el cuerpo de otro infortunado infante. Conmovido sobremanera por la suerte de esos desgraciados tomo por suya la causa de establecer un refugio para la niñez desamparada[8].
Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Lima (Niños Huérfanos) en el año 1940 y en la actualidad.
La Casa de Niños Expósitos
La fundación formal de la Casa de Expósitos se ejecuta el 23 de noviembre de 1603, año en que con permiso del Virrey Don Luis de Velasco se crea la hermandad de los Niños Huérfanos de Nuestra Señora de Atocha. Para este tiempo ya Luis El Pecador había comprado a Doña Maria de Esquivel en fecha de 19 de Febrero de 1600, un espacioso solar, donde edifico las instalaciones de la casa y dispuso la instalación de un torno[9] para que se depositaran en el a los infantes. Asimismo comenzó a fabricar contigua a la Casa una capilla dedicada al Culto de Nuestra Señora de Atocha, nombre que tomo al instalarse dentro del templo un lienzo (hoy inexistente) de esta virgen española, cuya imagen representa a la virgen Maria con un niño en brazos. El hospital funciono verdaderamente desde 1597.[10]
Cuenta el tradicionalista Ricardo Palma[11] que Luis de Ojeda solía recorrer la ciudad en busca de compasión de la gente para que por medio de limosnas se pudiera mantener la casa sin sobresaltos. Bernabé Cobo reafirma esta versión y explica que los únicos que acudieron a su socorro fueron los escribanos. Ojeda había solicitado al Virrey su ayuda para lograr el normal funcionamiento de la casa, asimismo había recurrido también al Cabildo para que interpusiera sus buenos oficios:
En este Ayuntamiento se hizo relación diciendo la necesidad que Luis Pecador, persona que se ocupa en pedir limosna para los Niños huérfanos, tiene y se leyó una petición de dicho Luis Pecador en que se pide nombre dos comisarios para que vean las necesidades que se padecen en criar los dichos niños huérfanos para que vista este Cabildo probea de la mejor traza para ayudar a las dichas necesidades e visto se proveyo que se comete al alcalde don Diego de Carvajal alguacil mayor Francisco Severino de Torrres y Capitán Martín de Ampuero Regidor para lo suso dicho e informen a este cabildo.[12]
En la información que registra el licenciado Boan sobre el estado de la Casa se registra que ya para el año de 1602 se encontraban registrados 30 niños de cuna y 120 destetados, los cuales eran atendidos por nodrizas cuyo sueldo se pagaba exclusivamente de limosnas[13]. El Virrey ante este estado de cosas solicito a los mercaderes establecidos en la ciudad el que ayudaran a la obra, ellos dieron por una sola vez el equivalente a un año de sostenimiento para dicha casa, y se excusaron de seguir haciéndolo por no permitírselo el estado de sus negocios[14]. Los escribanos en numero de 80 acudieron a auxiliar a la institución formando la cofradía nombrada como “Hermandad de los niños perdidos, huérfanos y desamparados de nuestra Señora de Atocha”. Ojeda fue nombrado como hermano mayor y fundador de dicha cofradía. El Rey, y en su nombre el virrey Velasco, los protegió y aprobó sus estatutos en 24 de diciembre de 1603. Días después fallecía Luis El Pecador. Hoy sus restos descansan en las catacumbas de la Iglesia que el mismo fundo.[15]
Además de la ya mencionada cofradía de los escribanos, también se consolidaron otras muy prestigiosas dentro de la Iglesia de los Huérfanos. Cobo cita 2 para el Siglo XVII: La del Santísimo Sacramento y la de Nuestra Señora de la Regla.[16] En los siglos posteriores se fundaron muchas más: Nuestro Amo Sacramentado, Bautismo de San Juan, Santa Catalina de Sena, Nuestra Señora del Amparo, etc.[17]
Dos años más tarde el Papa Paulo V, en un breve apostólico les concede la exoneración de los derechos que se exigían por bautizar a algunos niños, asimismo no se les debía de cobrar por la administración de la eucaristía estando enfermo alguno de ellos y por ultimo les concede el privilegio de poder enterrar a los párvulos en su recinto.[18] Este ultimo punto no agrado mucho a las autoridades eclesiásticas de la catedral que sin embargo acogieron a los Huérfanos como parroquia anexa a ella en 1612.
Durante el primer siglo de su establecimiento y hasta el terremoto que devasto Lima en 1687, la Casa llego a costearse su mantenimiento por medio de ayudas de personas piadosas que no tuvieron reparos en donar sus bienes a su muerte o bien de establecer aportes pecuniarios en vida.[19]
El Conde de Chinchón favoreció la erección de un espacio dentro de la institución para las niñas huérfanas, para lo cual contó con el valioso respaldo de Mateo Pastor de Velasco, quien fuera mayordomo de dicho centro. Fue fundado en 1654. Su labor principal consistió en formar dotes para las niñas desamparadas así como ver por su educación y alimentación. A fines del siglo XVIII este centro albergaba 24 niñas bajo el cuidado de una rectora y una maestra. Ascendían sus rentas a 14932 pesos de los cuales empleaban 6700 en la manutención y vestido de las niñas además de otros gastos del Colegio, invirtiendo lo restante en los dotes de las colegialas, que eran arbitrarias según el estado que abrazaban[20]. Sobre las dotes fue una costumbre en dicha época que los ciudadanos hispanos las solicitaran para sus hijas, bien para profesar su vocación religiosa o bien para su manutención[21]. No necesariamente se trato de gente pobre.
El Virrey Conde de Lemos designo como ayuda para el Hospicio de Pobres una renta de 250 pesos mensuales del ramo de sisa desde 1669[22]. Asimismo se sostuvo mediante la colaboración de su benefactores. Pero hacia 1670 sus rentas fueron mermando cada vez más producto de malas administraciones. El terremoto de 1687 solo vino a poner en evidencia el total desamparo de este centro. Para aliviar en algo el grave estado de la institución el Rey de España aplico por el despacho de 3 de diciembre de 1688 la impresión de cartillas de este reino por espacio de 10 años a la Casa de Huérfanos, disponiendo que el producto y utilidad de la imprenta se de en beneficio de la misma, luego este privilegio se hizo perpetuo durante todo el periodo colonial. Sin embargo las necesidades de este hospital fueron muchas, tanto así que la crisis se prolongo hasta inicios del siglo XVIII. En 1707 se ven obligados a cerrar sus puertas en vista de las deudas que los agobiaban. A pesar de todo un año más tarde reinician sus funciones ocupando la mayordomía Antonio José del Llano. Dicho personaje dirigió reiteradas cartas al Virrey en donde informaba acerca de la situación del hospital y la necesidad de sus auxilios. Sin embargo todos sus esfuerzos fueron infructuosos. Necesitaban 12000 pesos anuales para sobrevivir y solo recaudaban 5000. En vista de ello se plantearon diversas alternativas, una de ellas fue el observar que de la venta de las cabezas de carnero que se efectuaban “a quartillo” se produjera el incremento hasta medio real, otorgándose la diferencia al Hospital de Niños huérfanos. Dicha propuesta no prospero y la respuesta del Procurador General de la ciudad a este pedimento fue:
(la propuesta es) antes bien contraria a la utilidad pública que debe preferir a la particular de la Casa de Expuestos por estar la Ciudad en la mayor pobreza que se ha experimentado desde su fundación y ser tantos los pobres como sus habitadores y muchas familias.[23]
Aseguraba que la imposición de este incremento solo traería el perjuicio para la gente pobre de la ciudad pues estos eran los que llevados por sus necesidades solían comprar estas especies.
En noviembre de 1719 es designado como nuevo mayordomo Juan Joseph de Herrera. Este se encargo de reformar la situación en la que hallo el hospicio. Recogió a los niños que estaban confundidos con los sirvientes de las casas particulares, observo la correcta administración de las rentas, mejoro el servicio y para ello se valió de su propio peculio[24]. Solicito la ayuda del Rey Felipe V, quien en 1733 por Real Cedula del 3 de marzo le asigna 4000 pesos sobre el ramo de sisa. Al mismo tiempo que lo nombra administrador perpetuo.
Diego Ladrón de Guevara y la imposición de ideas borbónicas
La reforma verdadera de la Casa de expósitos no se da sino hasta que Diego Ladrón de Guevara asume la dirección. Este era un ex comerciante navarro con una regular fortuna que retirado ya de sus actividades se dedicó a proteger a la casa de huérfanos y concibió el proyecto de erigir un hospicio con el fin de recoger en el a los mendigos que importunaban al publico, asegurándoles el sustento, haciéndolos útiles por medio del trabajo que fuese compatible con su posibilidad y evitando que los hombres sanos pidan limosna fingiéndose discapacitados o inválidos, asegurando al mismo tiempo que los auxilios para los que eran verdaderamente indigentes fueran eficaces. En 1757 presenta un pedimento al Virrey José Antonio Manso de Velasco resaltando al detalle los beneficios de poner en marcha este proyecto, así como también ofreciendo sus rentas para llevarlo adelante.[25] Pide entonces la solicitud de la licencia necesaria al Rey. Esta se consigue en 24 de Noviembre de 1759 en que la refrenda Carlos III, pero recién se hizo efectiva hasta el año de 1765 en que el Virrey Manuel de Amat por decreto del 20 de Junio instituyo dicho hospicio con el titulo de Jesús Nazareno y bajo la tutela de Nuestra Señora de la Piedad[26].
Amat permitió –bajo orden del Rey- se plantificara en el un obraje de tocuyos y telas toscas de lanas para que se ejercitasen los pobres en labores adecuadas. Mando formar una hermandad de los sujetos más distinguidos a fin de que se ocupase del fomento del hospicio, a la vez que ordeno se hiciesen las constituciones, ordenanzas y planos de el. Por ultimo le adjudico la plaza de toros de Acho para después de que el empresario de ella devengase el caudal que había impendido su construcción contribuya con el sostenimiento de la fundación, gravándolo entre tanto con 1500 pesos anuales a favor de la casa de los pobres[27].
El pensamiento de don Pedro fue fabricarla fuera de la ciudad, en un territorio anexo a la Portada de las Maravillas, una huerta que con este objetivo compro y empezó a acondicionar. Pero en 1767 al ser expulsados los jesuitas el virrey hallo ocasión de dar mejor impulso al proyecto del hospicio. Había recomendado el rey que en la aplicación de las casas y colegios de la extinguida Compañía se cuide de proporcionar asilo a la indigencia[28]. En 7 de Julio de 1770 Amat cede la casa en que los Jesuitas enseñaban a los caciques y se la destina al hospicio de pobres, debiéndose atender en ella también la enseñanza de muchachos desvalidos y sin padres.
Puesta en practica estas instrucciones, en 1771 se empieza a recoger a los indigentes de la ciudad. Grande fue la sorpresa de los administradores cuando como por arte de algún milagroso redentor desaparecían de ella los que hasta hace poco se figuraban por cojos, mancos, ciegos o tullidos. Al final se logro rescatar a 96 menesterosos acreditados y se les encerró en el nuevo hospicio. Inmediatamente se les instruyo en los hábitos de la piedad y el trabajo.[29] En la Casa de niños expósitos funcionaba la mejor imprenta de Lima, la misma que fue adquirida por Ladrón de Guevara para usufructo exclusivo de la Casa[30] dotándola de nuevas letras que hizo traer de España. El ejemplo que daban muchos de los expósitos que trabajaban ahí y que además se instruían en estudios de latinidad y ciencias debía de servir de aliciente a los pobres que también se hallaban recogidos.
Mantuvo la casa a sus expensas sin que hubiere logrado el pago de la asignación impuesta a la plaza de toros. A su muerte en 1775 los desembolsos que practicó llegaron a 30 mil pesos. No pudo establecer la fábrica de tocuyos y demás telas que debían de servir para el vestuario de los necesitados en cuya suerte siempre estuvo pendiente. Su testamento se refirió básicamente al hecho de dejarles a sus protegidos la mayor parte de sus bienes: Dos casas grandes, la imprenta y una talla de madera de precioso acabado y primoroso detalle[31]. Al terminar el siglo XVIII el hospicio solo tenía registrados 24 pobres y sobrevivía de las rentas asignadas por sus bienes y de las disposiciones virreynales dadas a su favor[32].
Centraremos nuestra observación ahora sobre el Hospicio de expósitos de Lima. Si bien es fundado tempranamente, su labor en la forja de buenos ciudadanos en los recogidos limeños muchas veces se vio obstaculizada por los diversos vaivenes económicos que tuvo que afrontar. Inicio sus labores atendiendo a niños blancos en estado de abandono, luego albergó también a niños de otras castas (negros, mulatos e indios) aunque con características que denotan una clara segregación. Allí se les brindaba alimento, medicina, sostén, formación en las primeras letras y oraciones.
La Imprenta de Niños Huérfanos y el desarrollo social de la misma
Hemos visto como el terremoto de 1746 destruyo por completo la Casa de Huérfanos y como es que Diego Ladrón de Guevara proporciono al templo de verdaderas sistemas de integrarse a la sociedad como hombres útiles a los Huérfanos que allí se criaron. Muchos de ellos llegaron a ser reconocidos impresores como Paulino de Atocha quien estuvo al frente de la Imprenta desde 1758 a 1788. El verdadero nombre de este personaje fue Paulino de Gonzáles pero trastoco su apellido pues quiso se le reconociera su origen y filiación para con la Casa de Huérfanos en donde aprendió el oficio.
También encontramos entre los Directores de la afamada Imprenta a personas que con el tiempo fueron renombrados e ilustres impresores independientes como don Jaime Baúsate y Meza (Fundador del Diario de Lima), quien estuvo en la Casa en 1791, Bernardino Ruiz (en 1812) y Don Guillermo del Río (hasta 1816).
En 1748 Diego Ladrón de Guevara compro a Gutiérrez de Cevallos la imprenta que poseía para hacerla de la propiedad de los Huérfanos, su idea era aprovechar al máximo las erogaciones y privilegios concedidos por el Rey para la impresión de cartillas oficiales que tenían otorgadas y de las que por cierto era muy poco lo que se podía rescatar como ganancia al no contar con una imprenta propia. Además adecuándose a la mentalidad predominante en el siglo XVIII Diego Ladrón de Guevara busco el hacer de sus protegidos hombres de bien y de trabajo, alejándolos del cáncer social que representaba la ociosidad y la vagancia que eran reprimidos cada vez con mayor fuerza por los gobernantes borbones y los alguaciles designados para tal caso.
De la Casa de Expósitos y de su Imprenta salieron famosos documentos de nuestra historia, tal vez el caso más representativo sea el del Mercurio Peruano, publicación auspiciada por la Sociedad de Amantes del País y que contaba con la protección del Virrey Gil de Taboada. Asimismo se publicaron en el innumerables cartillas religiosas, esquelas para honras, entierros, fiestas solemnes, opúsculos, etc. Al mismo tiempo debemos afirmar que los privilegios otorgados a la Casa encontraron una tenaz resistencia por parte de los demás impresores de la ciudad que acusaron a la Casa de querer instalar un monopolio y de atentar contra la libertad del trabajo. El Virrey Amat en 1768 confirmo la exclusiva para la casa de Expósito denegando la petición de quienes se sintieron agraviados con esta condición.
Al respecto hay quienes piensan que las prerrogativas y mercedes que gozaba la Casa de Niños huérfanos se debía más que todo a sentimientos de culpa de las mismas personas que detentaban el poder. No es un afirmación antojadiza. El propio Amat tenia un hijo no reconocido con Micaela Villegas, y a pesar de no vivir en la Casa de Huérfanos el mozuelo era un espurio, un bastardo. Los diversos gobernantes de la época virreinal, desde Liñan de Cisneros, hasta Guirior u Abascal, fueron fieles y tenaces defensores de la Casa de Huérfanos y las medidas que se tomaran para sus auxilios. También lo fue gente de mucho dinero que no dudo en donar propiedades a la Iglesia para que usufructuara de la renta de las mismas. Y es que el hecho de tener como referentes culturales a una corte francesa en la cual se acostumbraba como cosa normal el hecho de tener concubinas, amantes, favoritas, barraganas o como quisiera llamársele ya dice mucho de esta sociedad, los frutos de las relaciones vedadas siempre irían a para a la Casa de huérfanos.
Al respecto debe de haber sido muy penoso o en todo caso muy conflictivo para los personajes de la sociedad colonial tener que afrontar el hecho de que hijos suyos estén bajo la condición siempre degradante de expósitos. Por ello debe de haber sido algo reconfortante la dación de la Real Cédula de 1794 emitida por Carlos IV en Aranjuez, en donde señala entre otras cosas que los niños expósitos no deben de ser calumniados ni considerados como ilegítimos, espurios, u otra serie de calificativos denigrantes de su condición pues sobre ellos pende la calificación de legítimos que el como Rey les otorga, además de que en su mayor parte descienden de familias honorables, asimismo pueden ser objeto de dotes y de ser considerados como hombres de bien. Tampoco se podra ejecutar castigos sobre ellos que se consideren como vergüenza pública. La Real Cédula en mención dice:
…En concequencia de todo, ordeno y mando, por el precente mi Real Decreto (el qual se ha de incertar en los cuerpos de las leyes, de España e Indias) que todos los expocitos de ambos sexos existentes, y futuros assi los que hayan sido expuesto en la Inclusas, o cassas de caridad, como las que lo hayan sido, o fueren en qualquier otro paraje, y no tengan padres conocidos, sean tenidos por lexitimados, por mi Real autoridad, y por lexitimos para todos los efectos civiles generalmente y sin excepcion, no obstante que en alguna o algunas Reales dispociciones se hallan exceptuado algunos casos, ó excluido de la lexitimacion civil para algunos efectos... Todos los expocitos actuales y futuros, quedan y han de quedar mientras no consten sus verdaderos padres en la clase de hombres buenos del estado llano general, gosando los propios honores y llevando las cargas sin diferencia de los demas vasayos honrrados de la misma clase….” Cumplida la edad en que otros niños son admitidos en los colegios de pobres, convictorios, casas de huérfanos, y demás de micericordia, tambien han de ser recividos los expocitos sin diferencia alguna, y han de entrar á óptar en las dotes, y consignaciones dejadas, y que se dejaren para cassar jovenes de uno, y otro sexo, o para otros destinos fundados en favor de los pobres huerfanos, siempre que las constituciones de los tales colegios, ó fundaciones piadosas, no pidan literalmente que sus individuos sean hijos lexitimos havidos, y procreados, en lexitimo, y verdadero matrimonio... castiguen como injuria y ofensa a qualquiera persona que intitulare y llamare á expocito alguno con los nombres de borde, ilegitimo, bastardo, expureo incestuoso, y adulterino, y que ademas de hacerle retractarle judicialmente de esta injuria, le impongan la multa pecuniaria que fuere proporcionada a las circunstancias dandole la ordinaria aplicacion. Finalmente mando que en lo succesivo no se impongan a los expocitos las penas de berguensa publica, ni la de asotes, ni la horca (solo) aquellas que en iguales delitos se impondrian, á personas privilegiadas, incluyendo el ultimo suplicio (como se ha practicado con los expocitos de la Inclusa de Madrid) pues pudiendo suceder que el expocito castigado sea de familia ilustre[33].
A modo de Conclusión: Cierre de la Imprenta y ruina de la Iglesia
Hemos ya expuesto los logros de la Imprenta de Niños Huérfanos, ahora nos toca explicar el porque una obra tan portentosa y de tanto provecho desapareció. Básicamente se trata de un ensañamiento contra una obra laica. Al llegar la etapa independentista la Iglesia de los niños huérfanos y su imprenta sufrieron sucesivos saqueos por parte de las dos fuerzas en conflicto. Ellos aprovecharon de las maquinas confiscadas para imprimir periódicos o pasquines que tuvieron por nombres: El Parte del Callao, Boletín del ejército en campaña, etc. Los patriotas despojaron la imprenta porque la consideraban una institución que había sido formada, protegida y desarrollada por el régimen colonial, como tal debía desaparecer también con el Antiguo Régimen. Llegaron a llevarse de sus instalaciones hasta 3 prensas para realizar las impresiones oficiales del gobierno. Con dichas prensas se formo el Diario oficial posteriormente. Los realistas asaltaron también la Imprenta porque era la más prestigiosa y la que tenia la mejor calidad de maquinas en Lima. Como tal necesitaban de sus instrumentos para poder asegurar un órgano de información competente en la época de lucha. El resultado fue que la imprenta de Huérfanos que tanto esfuerzo costo establecer a personas como Ladrón de Guevara, despareció de la manera mas ignominiosa, sin ni siquiera recibir una retribución a cambio.
Sin el respaldo que le brindaba la prestigiosa Imprenta que había poseído, ni tampoco con las prerrogativas que había disfrutado en la época del coloniaje, la Iglesia tuvo que buscar el mantenerse en épocas difíciles. Es así que perdió la mayor parte de sus propiedades urbanas. A su vez perdió también la administración del Hospicio de Pobres que Ladrón de Guevara había pensado establecer. El mismo nunca se llego a culminar.
Los expósitos, muchos de los cuales se encuentran sepultados en las catacumbas que hasta hoy podemos apreciar bajo las bóvedas de la Iglesia, llevaron en agradecimiento a sus benefactores los apellidos de “Pecador” y de “Atocha”. Algunos de ellos se convirtieron en reconocidos tipógrafos e impresores aprovechando el prestigio de la imprenta de su Iglesia y tantos otros combatieron también por la causa patriota acompañando con sus conocimientos la difusión de las ideas libertarias en el Perú.[34]
Al fundarse la sociedad de Beneficencia en 1824 la Casa de Expósitos así como el inexistente Hospicio de Pobres pasaron a formar parte de dicha institución. La Iglesia fue despojada de prácticamente todos sus bienes y es en la actualidad una de las Parroquias mas pobres que posee Lima, con estructuras que necesitan una restauración urgente, olvidada por el común de pobladores limeños que no han escuchado jamás lo que dicho centro significo en las épocas de las reformas borbónicas, ni el impulso que le dieron al ideal ilustrado de mejores individuos para una sociedad conflictiva.
[1] Juan Bromley y José Barbagelata. Evolución Urbana de Lima. Talleres Gráficos de Editorial Lumen S.A. 1945. Lima. Pág. 9. Bromley toma para hacer este estimado los datos cifrados por el Marques de Montesclaros , Don Juan de Mendoza y Luna en 1613.
[2] Bernabé Cobo comenta al respecto: “No campea ni resplandece menos la misericordia con los prójimos como lo testifican los muchos hospitales que hay fundados, donde con singular amor y regalo son curados los enfermos; las gruesas limosnas que se recogen para sustento de los necesitados; las memorias pías dotadas de buenas rentas, que expenden en dar estado a doncellas pobres y en remediar necesidades de gente desamparada...”. Concejo Provincial de Lima. Monografías Históricas sobre la ciudad de Lima Tomo I. Librería e Imprenta Gil S.A. Lima. 1935. Pág. 138
[3] Memorias de los Virreyes que han gobernado el Perú durante el tiempo del Coloniaje español. Impreso de Orden Suprema. Imprenta de la Librería Central de Felipe Bayli. 1859. Lima, Perú. Tomo IV. Virrey Don José A. Manso de Velasco, Conde de Superunda por Manuel Atanasio Fuentes. Pp. 63-64.
[4] Ley 11 de las del Toro, citado por José Ots Capdequi, Manual de Historia del Derecho español y el derecho propiamente indiano, 2 vols., (Buenos Aires: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1943) I, p. 117.
[5] Real Academia Española. Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso. Madrid . Joachín Ibarra.1780. Reproducido a partir del ejemplar de la Biblioteca de la Real Academia Española. Pag. 471.
[6] Macera, Pablo. Trabajos de Historia. Tomo II. Sexo y Coloniaje. Lima, Instituto Nacional de Cultura. Pp 314.
[7] Relaciones de los virreyes y audiencias que han gobernado el Perú. Tomo II. Publicada por Sebastián Lorente. Lima. 1871. Relación de Don Luis de Velasco, virrey del Perú dada a su sucesor el conde de Monterrey. Pag. 14.
[8] Ibid Nota 2. Pág. 302.
[9] El torno es un instrumento utilizado en los Conventos e Iglesias virreynales para recoger encomiendas o panelas, y por los que también usualmente se daban limosnas a los menesterosos. Con el paso del tiempo se hizo frecuente hallar bebes abandonados en ellos. Véase Pablo Rodríguez, Iluminando Sombras: ilegitimidad, abandono infantil y adopción en la historia colombiana. En Scarlett Ophelan Godoy y Margarita Zegarra. Fondo Editorial PUCP, 2006. Pagina 66.
[10] Linder Mendieta Ocampo Hospitales en Lima Colonial. Siglos XVII-XIX. Seminario de Historia Rural Andina. Mimeografiado. Lima,1990. p. 83.
[11] Ricardo Palma. Tradiciones Peruanas. Barcelona : Montaner y Simón, : 1893-96 . “No hay mal que por bien no venga”. Crónica novelada de los acontecimientos ocurridos hasta la inauguración de la Casa de Huérfanos de Lima.
[12] Libros de Cabildo de Lima. [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]
[13] Documentos empastados. Tomo I. Información hecha por el licenciado Boan, Oidor de la Audiencia de Lima, acerca de la fe petición del hermano Luis Pecador (Luis de Ojeda), solicitando licencia para fundar la casa de niños expósitos. 1602.
[14] Luis A. Eguiguren. Las Calles de Lima. Lima. Imprenta Torres Aguirre. 1945. Pag. 214.
[15] Manuel de Mendiburu en su Biografía de Luis de Ojeda (Diccionario Histórico Biográfico. Segunda Edición Librería e Imprenta Gil S.A. Lima. 1933 Tomo VIII: Pp.192-194)
[16] Ibid Nota 2. Pág. 309.
[17] Archivo Arzobispal de Lima (en adelante AAL) [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]
[18] Biblioteca Nacional del Perú. [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]
[19] Manuel de Mendiburu en su Biografía de Diego Ladrón de Guevara (Diccionario Histórico Biográfico. Segunda Edición Librería e Imprenta Gil S.A. Lima. 1933 Tomo VI: Pp. 393-394)
[20] Haencke Tadeo (Bauzá y Cañas, Felipe). Descripción del Perú. Lima, Imprenta El Lucero, 1901. p. 8.
[21] Archivo General de la Nación (en adelante AGN) -[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor] Testimonio de los seguidos por Cayetano Correa Muchotrigo, natural de Cañete, sobre cláusula del testamento de Pedro de Velasco, referente a las dotes y capellanías que dejo a las mujeres pobres de Cañete. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Gaspar Gonzáles de Santallana y Rosas, capitán de Infantería del Cusco, solicita una dote para Gregoria Valverde y Castilla, de la obra pía que instituyó Leonor de Costilla y Gallinato e impuso en la hacienda Cañaveral Pachachaca, para que profese en el Monasterio de las Carmelitas descalzas del Cuzco. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Francisca García Calvo, esposa de Manuel Gallo Díaz, solicita una dote para su hija Micaela Gallo, de las fundaciones del contador Martín de Careaga y Domingo Basombrío para que profese de novicia en el Monasterio de Trinitarias descalzas de Lima. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. María Josefa Casaus Laso, capitán José Santiago Echenique y Elisalde curador de sus hijas y María Floriana Barahona y Estacio vecinos de Guayaquil solicitan dotes de la obra pía que fundó el contador Antonio de Ureña e impuso en la estancia Uchuc-Huánuco en Cajatambo. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Juan José de Mendoza y Ordóñez, comerciantes de Lima y Manuel Dámaso Tirado, abogado de la Real Audiencia de Lima, solicitan dotes para sus respectivas hijas de la obra pía que fundó el bachiller Juan Ordóñez de Villaquiran y que tenía como patrón el rector del colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Manuela Torteo, religiosa novicia del Monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación de Lima, Catalina de Jesús Nazareno, monja del Monasterio de las Mercedarias y otra; solicitan unas dotes de la obra pía que fundó Catalina del Portillo. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor] 1782. Josefa Daroch y Moreno, viuda de Fernando Dueñas, juez de balanza de la Casa de Moneda de Lima solicita para su hija Manuela Dueñas, una dote de la obra pía que fundó Juan Ordoñez de Villaquirán, para que ejerza su vocación religiosa. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor] 1785 Mariana Duárez, mujer de José García, solicita una dote para su hija de las obras pías que proveen la administración general de temporalidades; etc.
[22] Memorias de los Virreyes que han gobernado el Perú durante el tiempo del Coloniaje español. Impreso de Orden Suprema. Imprenta de la Librería Central de Felipe Bayli. 1859. Lima, Perú. Tomo II. Virrey Don Melchor de Liñan por Manuel Atanasio Fuentes. p. 283.
[23] AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor], 1712. Antonio de Llano, caballero de la Orden de Santiago, mayordomo del Hospital de los Niños Huérfanos de Lima solicita que se le adjudique al Hospital un porcentaje (cuartillo) del ganado que se mataba en los rastros. Ante el Real Acuerdo de Justicia.
[24] Ibidem nota 36. Biografía de Juan José Herrera Tomo V P. 250.
[25] B.N.P. [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Excmo. Señor: que el conocimiento y experiencia que tiene de los gravísimos daños que resultan de permitirse el grande numero de mendicantes que andan por las calles y puertas de casas pidiendo limosnas...Lima 1757.
[26] B.N.P. [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Fundación del Hospicio General de Pobres. Lima 1765.
[27]Mercurio Peruano. Disertación histórico ética sobre el Real Hospicio general de Pobres de esta ciudad y al necesidad de sus socorros. 23 de febrero de 1792. Fol. 170.
[28] Archivo Histórico Municipal de Lima. [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor] Real Cedula de su Majestad y señores del Consejo en el extraordinario en que consiguiente a lo resuelto a consultas del mismo con asistencias de los señores prelados que tienen asiento y voz en el declara S.M. devuelto a su disposición como Rey y Suprema cabeza de estado el dominio de los bienes ocupados a los regulares de la compañía extrañados de estos reinos, los de indias e islas adyacentes y pertenecer a S.M. la protección inmediata de los píos establecimientos a que se sirve destinarlos conforme a las reglas directivas que se expresan. En Lima. Reimpreso en la ofician de la calle San Jacinto. Año de 1769.
[29] Ibidem nota 26. Fol. 176
[30] José Toribio Medina. La Imprenta en Lima. Reimpreso en Ámsterdam-Holanda. 1965. Tomo I, pp. LVII. Dice al respecto: “...A intento de que ese privilegio proporcionara a la casa los beneficios que legítimamente le correspondían y que en su mayor parte se llevaban los impresores de la ciudad por una suma irrisoria y de proporcionar, a la vez, ocupación a los asilados fue que se propuso fundar una imprenta en la misma casa a cuyo intento en 1748 compro a Gutiérrez de Cevallos la que poseía...”
[31] AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]
[32] AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]1794. La Casa de niños expósitos Nuestra Señora de Atocha, solicita el pago de réditos de un principal que impuso Antonia Correa en la Caja Real de Lima, a favor de su institución. Se incluye además una copia del informe y la correspondencia. Ante Francisco Gil de Taboada y Lemos, Virrey del Perú. AGN-[Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]1799, Juan Antonio de Urrutia Ladrón de Guevara, administrador del Hospicio de hombres pobres de Lima solicita la entrega de una cantidad de pesos del ramo de suertes que anualmente tiene asignado el hospicio. Ante Ambrosio de O´Higgins, Marqués de Osorno, virrey del Perú.
[33] B.N.P. [Sobre las referencias de las fuentes consultar con el autor]. Real Cedula. 1794, Enero 20. Don Carlos IV, por la gracia de dios, Rey de España....expone la triste situación en que se encuentran los niños expósitos.
[34] Luis Antonio Eguiguren. Op. Cit. Pp. 213.
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Este artículo fue una primera aproximación del autor, la versión definitiva, publicada en la Revista del Archivo General de la Nación, está disponible en la Red
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Fotografía de portada: Historiador Richard Chuhue y Arqueólogo Antonio Coello en trabajos de reconocimiento a las catacumbas de los niños huérfanos. Agosto 2005.
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EL AUTOR
Richard Chuhue Huamán es bachiller en Ciencias Sociales con Mención en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.
En el año 2004 obtuvo la mención honrosa en el Concurso de Jóvenes Latinoamericanistas organizado por el Consejo Europeo de Investigaciones Sociales de América Latina en el marco del IV Congreso Europeo CEISAL de Latinoamericanistas “Desafíos Sociales en América Latina en el Siglo XXI” (Universidad de Economía de Bratislava, República Eslovaca).
Laboralmente se ha desempeñado como colaborador de la Dirección de Cultura y Turismo de la Municipalidad Provincial del Callao y en proyectos de cooperación española (ADAI) y japonesa (JICA) en el Archivo General de la Nación del Perú.
Actualmente es historiador de la Gerencia de Educación y Cultura de la Municipalidad de Lima y prepara su tesis de licenciatura sobre las manifestaciones sociales de la plebe limeña en el siglo XVIII.
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Otras proyecciones del autor en la Red: Historiadores peruanos- Peruanistas
La Piedad Ilustrada y Los Necesitados en Lima Borbónica
Información sobre las catacumbas y vídeo
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Esta obra esta sujeta a las condiciones de License de Creative Commons.
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Luis Villacorta Santamato -
Luiggi Calderón -